"Hollywood". Todos los que nos dedicamos a esto del cine, (o pretendemos dedicarnos) soñamos con ese lugar. Cientos y cientos de horas del mejor cine, algún que otro libro y sobre todo unos sueños desaforados han hecho de esta ciudad un lugar mítico entre nosotros. Ser cineasta en Hollywood es cómo ser millonario en las vegas o petrolero en Arabia Saudí, o al menos eso pensamos nosotros.
"Hollywood". Que bonitas son esas letras que una trás otra descansan sobre la ladera de esa montaña. Fama, dinero, alguna que otra novia con un Oscar... Todo eso es Hollywood y mucho más.
"Hollywood". Secuelas, precuelas... Montones y montones de dolares que se agolpan en la puerta de cada uno de nosotros. Noches glamourosas con estrenos de amigos y compañeros de profesión a los que secrétamente odiamos pero que, en esta ocasión, adoramos falsamente y deseamos de todo corazón que su nueva película sea un éxitazo mundial.
"Hollywood". Norma Desnond. El padrino. Obi Wan Kenobi. Indiana Jones. Dracula. La señorita Kubelick. Maria y Tony cantando al amor por las calles de New York, (en realidad es un decorado de los estuidos de la metro), Spielberg y su tiburón más asesino. La niña del exorcista gritando guarradas a la santa de su madre. Vaqueros sedientos de sangre y ganado que campan a sus anchas por todos los estados. Gay Grant acosado por una avioneta fumigadora. Un loco vestido de mujer matando a una rubia tope de buena en una ducha, ¡vaya manera de morir, por Dios¡Hollywood...
El sueño dorado de todo cineasta.
¡Joder, que daño nos ha hecho Hollywood, ¿verdad?¡
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